El vino que se comercializa procede de un tercio de las botas que están en el suelo (de ahí el nombre de solera), el hueco que deja se rellena con un tercio de las botas que están en primera (Primera criadera), y el de estas a su vez, de las que están en segunda (Segunda criadera); a estas se les añade vino nuevo, que aporta nutrientes frescos para el buen evolucionar de las levaduras que llevan a cabo la crianza biológica.
Nos dedicamos al envejecimiento de los vinos que van a ser amparados por la Denominación de Origen, por el sistema tradicional de Soleras y Criaderas, en barricas de Roble Francés, haciendo así que las cualidades y bouquet de un vino sean similares partida tras partida y año tras año, ya que «las madres del vino» son las que dan uniformidad y cuerpo al vino, no sacándose de una misma criadera nunca antes de un año.
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